30/11/12

El duro camino hacia la cima (y III)

Cuando la Butterfield Blues Band comenzó a tomar el país por asalto, el público medio ignoraba por completo la tradición del blues moderno. Tan sólo en las tiendas de los guetos se almacenaban discos de artistas como Little Walter y B.B. King. Existía una amplia literatura referente a los solistas de blues más viejos del Profundo Sur, pero ninguna relativa a los artistas negros contemporáneos y más jóvenes que tocaban blues amplificado en los centros urbanos. La misteriosa nube que ocultaba el blues urbano a los ojos del público medio norteamericano se vio disipada con la publicación, en 1967, de un estudio exhaustivo sobre el género. El libro, titulado "The Urban Blues", lo había escrito Charles Keil, blanco, licenciado por la Universidad de Chicago, y que se había criado en uno de los enclaves más notorios de la clase media alta blanca. El impacto a largo plazo de este libro agrandó notablemente el boquete abierto en las líneas de color por los emuladores blancos del blues negro. Educando al público en lo referente al abandonado género del blues urbano, Charles Keil colaboró también a preparar a los norteamericanos para el triunfo de B.B. King.


En 1968, la historia de B.B. King adopta cierto aire similar al cuento de Cenicienta, al convertirse el labrador del Delta independizado en artista preeminente de un género olvidado, y recibir por fin su justo premio siendo reconocido como maestro supremo en su arte. El nuevo giro fue culminado con su espectacular aparición ante un público incondicional de jóvenes blancos en el Fillmore de San Francisco, primera vez que se enfrentaba a un público blanco desde aquella desastrosa y humillante actuación de años atrás, cuando se exigió al grupo que tocase detrás del telón para amortiguar discretamente el choque de los clientes blancos con los músicos negros.

La actuación del Fillmore cogió a B.B. por sorpresa. No estaba preparado para el mar de rostros blancos al que iba a enfrentarse y menos todavía a escuchar entre bastidores la larga y laudatoria presentación que le hizo el famoso director Bill Graham, quedándose totalmente abrumado por la ovación en pie que se le brindó al efectuar su entrada al escenario.

Graham había contratado a King para tocar en el Fillmore East. Allí dio comienzo su actuación Mike Bloomfield, que habló de B.B. King como el mejor guitarrista de blues vivo. El tránsito de la oscuridad a la fama entre los blancos se vio acentuado por el hecho de compartir cartel con un albino tejano llamado Johnny Winter. B.B. había decidido, en contra de su juicio musical, permitirle tocar antes que exponerse a que se le achacase practicar el racismo a la inversa. Los negros tejanos se quedaron asombrados del blues tan creíble que tocaba aquel guitarrista larguirucho de alabastro, y le premiaron con una ovación en pie. B.B. King se sintió dolido: era un cumplido que ningún público negro le había hecho nunca. Y en aquel momento, un auditorio enteramente blanco le había concedido el mismo honor antes de haber tocado una sola nota. Dos años después de haber descubierto Norteamérica el blues, debutaría por fin B.B. King.

Dos nuevos factores coincidieron con aquel espléndido momento de su carrera en que el mundo entero parecía dispuesto a encandilarse con él: un éxito discográfico (el mayor hasta la fecha) y un nuevo mánager. El disco que le dio el éxito fue "The Thrill Is Gone", adaptación de una canción de Roy Hawkins que B.B. llevaba en la cabeza desde hacía años sin saber muy bien como amoldarla a su estilo, y que no pudo haberle salido en momento más oportuno. Su nuevo representante pasó a ser Sidney A. Seidenberg, contable del mundo del espectáculo neoyorquino, que hasta entonces venía encargándose de llevarle sus cuentas personales. Seidenberg le había aconsejado de manera espontánea mucho mejor que los otros peces gordos que se habían llevado su comisión, y le parecía justo que fuese su mánager oficial.

Una de las primeras acciones que emprendió su nuevo representante, para elevar la categoría a su artista, fue introducirlo como una de las estrellas de Associated Booking, la principal agencia de contratación del mundo de las variedades. Además, volvió a negociar el contrato con ABC Records, consiguiendo que dicha empresa se comprometiese a promover con mayor energía los discos de B.B., y no sólo en calidad de artista especializado orientado hacia unos seguidores fieles pero reducidos en número, sino como artista atractivo para todo el mundo. Aumentó sustancialmente el mínimo garantizado a percibir por actuación, quedando fijado muy por encima de la insignificante suma (inferior a los mil dólares) a la que había estado acostumbrado. Comenzaron entonces a llegarle selectos contratos.

En los dieciocho meses que siguieron al momento de mayor popularidad de "The Thrill Is Gone", el itinerario de B.B. King cambió por completo: el circuito del mondongo dejó paso a una combinación de clubes de jazz y coliseos del rock. El nuevo mercado de su música fue ampliándose hasta abarcar conciertos en las universidades y en los comedores de los hoteles de lujo de los centros de turismo. Obtuvo un gran éxito entre los representantes de los campus y los conciertos universitarios pasaron a hacerse habituales en su programa de trabajo.

Con la llegada de la nueva década su vida cambiaría para siempre. En 1970 estuvo de gira diez días junto a los Rolling Stones y a partir de entonces comenzaría a aparecer en diversos programas de televisión, hizo giras por Europa y Australia, un recorrido por Africa bajo los auspicios del Departamento de Estado, y éxitos hasta en Israel, en donde no había logrado triunfar ni tan siquiera la legendaria Ella Fitzgerald. Ofreció recitales en los mejores teatros de Estados Unidos, obtuvo también su primer premio Grammy y actuó en el Caesar´s Palace de Las Vegas, compartiendo cartel con el mismísimo Frank Sinatra.

El mundo contempló entonces la coronación del Rey del Blues: Mr. B.B. King!


Fuente: Charles Sawyer: "B.B. King" (Ediciones Júcar 1985)


En 1969 se publicaría el álbum clave de su carrera, "Completely Well", que incluía su gran éxito, el comentado "The Thrill Is Gone". Como curiosidad deciros también que en este tema se incluyeron, por primera vez, arreglos de cuerda para un tema blues:

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